El fin de los tridentes

El fútbol europeo asistió en el PSG-Real Madrid al final de los tridentes. Hay eliminatorias cuyas consecuencias se propagan más allá de los equipos en liza. Esta fue una de ellas. Decisiones, sistemas, ganadores y vencidos, que abren caminos para el futuro, que anuncian tendencias, que jerarquizan modelos.

El 4-4-2 de Zidane resultó avasallador. Desdibujó al PSG de la MCN en la ida y de la tripleta Di María-Cavani-Mbappé en la vuelta con sus cuatro centrocampistas, distintos los del Bernabéu a los de París, sólo con Casemiro, incomensurable, como hilo conductor. Si había alguna duda sobre la pérdida de la inmunidad diplomática de la BBC, quedó disipada. Cero minutos juntos en los 180'.

Lo que, buceando en la hemeroteca, no es tan casual. De los hasta ahora 16 partidos en eliminatoria del Madrid de Zidane, el tridente ha sido titular en cinco duelos, menos de un tercio. Sobre todo por lesiones, pero ya no sólo por eso. El Madrid de Europa, el de las dos Champions seguidas y el K.O. al PSG, se ha agarrado a los cuatro centrocampistas para exhibirse allá donde ha ido. La peor derrota, Wolfsburgo, fue con la BBC. La final de San Siro, ganada por penaltis, fue con la BBC. La de Cardiff, sin Bale, fue una obra maestra blanca.

Enfrente, en un PSG en llamas, queda la constatación de que para pasearse por Francia vale el tridente, pero no para competir Europa. Los desajustes de un sistema tan abocado a romperse en dos se castigan duramente. La lección se la sabía Zidane. Quizás Emery también... Los tridentes son para la videoconsola y los presidentes, no para los entrenadores.

Sucedió con el Barça de la MSN, que desde Berlín pasó dos años de penurias en Champions, cayendo en cuartos (no lo hizo en octavos contra el PSG por un milagro) víctima de ese 4-3-3 tan acentuado con Neymar, Messi y Suárez. Dos goles contra el Atlético. Ninguno a la Juve. Ahora manda instalado en el 4-4-2, liberado de las ataduras del último gran tridente.

Salvo el Liverpool del genuino Klopp con Mané, Firmino y Salah, nadie en Champions apuesta por tres delanteros. El camino lo ha marcado el Madrid contra el PSG. La fórmula del éxito es el 4-4-2.