Eterno Cazorla

Muy pocas veces el foco de un partido se lo lleva un jugador que empieza desde el banquillo. Hoy es uno de esos días. Santi Cazorla regresa a su casa con la camiseta del equipo de su corazón, pura paradoja. Hace unos días recibió un caluroso homenaje en el Tartiere, hoy lo hará La Cerámica, con una camiseta especial que le entregará otra leyenda amarilla: Marcos Senna. El Real Oviedo es el equipo en el que empezó, cuando era alevín, y en el que acabará su carrera. El Villarreal es el club que le dio la oportunidad de ser profesional, donde triunfó, fue internacional y después regresó, en 2017, cuando parecía que las lesiones habían terminado con su carrera. “Me dijeron que si llegaba a caminar con mi hijo en el jardín, me diera por satisfecho”, relató hace unos años (sigue el partido en directo en AS.com).

Su llegada al Villarreal, allá por 2003, fue triste. El Oviedo no le tramitó la ficha y quedó libre tras acabar su etapa de juvenil. La misma tarde, su padre cogió un coche, recorrieron casi 900 kilómetros y llegaron a Vila-real, donde se instaló con cuatro compañeros más para jugar en el filial amarillo, en Tercera División. “Los primeros 10 días fueron muy duros”, asegura Cazorla en el documental que lleva su nombre emitido en Movistar. “Fue un palo, la peor noticia que me podían dar”, relata su madre.

Pero a sus 18 años, medio obligado, había tomado la mejor decisión de su vida. Pocos meses después debutó en Primera contra el Depor, sustituyendo a Roger García y con el 41 a la espalda. No tocó el balón en el minuto que jugó pero ese día nació una leyenda. Para el Villarreal, para la Selección y también para el Real Oviedo, club que quiso cerrar el círculo en 2023, rescatándolo del fútbol saudí.

Hoy seguirá haciendo historia. Con 40 años y 245 días, si pisa el césped, se convertirá en el futbolista del Oviedo más veterano en jugar un partido de Primera, superando a Sión. En todas las categorías aún le queda por delante Esteban, que jugó con 41 años y 73 días. Lo alcanzará esta temporada. En el global de la Liga, si juega hoy entrará en el top-10 de más veteranos, desbancando de ese selecto grupo a Claudio Bravo.

Cazorla empezará hoy probablemente desde el banquillo y verá a su exequipo con la vitola de equipo Champions. Las seis victorias seguidas en la última Liga (mejor racha de las cinco grandes ligas) le otorgaron ese privilegio aunque la mediocre pretemporada ha bajado el suflé amarillo. Le faltan fichajes pero los puntos de hoy ya no son de fogueo. Además, a Marcelino, sportinguista de cuna, le pone enfrentarse al Oviedo. Muchos alicientes, aún más para el conjunto carballón que tras una larga travesía por el desierto vuelve a pisar la Primera División, 25 años después.

En lo estrictamente deportivo, Marcelino, quien todavía espera fichajes importantes, tiene las bajas Logan Costa, Kambwala y Ayoze, todos lesionados. Al Villarreal se le han acumulado los problemas en el eje de la zaga. Por eso, busca refuerzos antes del cierre de mercado. También en ataque.

Llega el conjunto de Veljko Paunovic a medio hacer, un síntoma habitual en la mayoría de clubes de la competición, pero que en el caso de recién ascendidos se nota un poco más. Con todo, los azules han logrado inscribir a todos los nuevos, algo que en esta competición va camino de ser una novedad, y espera a las rebajas de los últimos días del mercado para ver si se le ponen delante buenas oportunidades. El Oviedo tendrá una plantilla competitiva, repiten desde los despachos, pero de momento toca competir con lo que hay.

Los azules llegan a La Cerámica con las ausencias de los lesionados Colombatto y Lucas Ahijado, además del sancionado Costas (vio la roja en el día del ascenso contra el Mirandés) y de Álex Forés, por una cuestión contractual de su préstamo desde el Villarreal.

Para compensar las ausencias, el Oviedo ha agilizado las inscripciones de Borja Sánchez y Cardero, llamados a salir del club este verano, y también entra en la lista Ovie Ejaria, una apuesta de Paunovic, que le entrenó en el Reading inglés, y que lleva dos años sin disputar un partido oficial.