Lázaro pierde los nervios

El atacante brasileño se encaró con su afición después de ser sustituido ante el Elche. Previamente ya había tenido varios ‘roces’ con Luis Suárez.

“No es correcto. El ambiente estaba muy en su contra y se ha puesto nervioso. Estoy seguro de que lo va a reconocer y va a pedir disculpas”. Con esas palabras, el entrenador de la UD Almería quiso zanjar el momento más tenso del partido ante el Elche, protagonizado por Lázaro Vinicius. Corría el minuto 60 del choque cuando Rubi decidió dar por finalizada la aportación del jugador en el campo. Arnau Puigmal, a la postre protagonista del tanto del empate, ingresaba en el campo mientras que el brasileño se marchaba, entre pitos, de los mas de 11.000 aficionados que acudieron al Estadio de los Juegos Mediterráneos. La reacción al llegar al banquillo fue de lo más inesperada. En lugar de sentarse, Lázaro se alzó sobre la cubierta de la zona técnica encarándose con los seguidores de Tribuna, lo que incrementó notablemente el enfado con la actitud del jugador.

La situación ya venía caliente por tres acciones sobre el césped en las que Luis Suárez también fue protagonista. En la primera, minuto 55, una pared en la frontal del área del colombiano con Robertone termina con un disparo forzado del brasileño, cuando la jugada no era para él. A la vista de todos, cámaras de TV incluidas, el brasileño recrimina a Suárez lo que él entiende como un estorbo. La segunda llega en el 57. Una recuperación del ‘9′, continúa en conducción y un pase en la frontal para que Lázaro pudiera encarar al portero, pero el brasileño está desconectado de la jugada y ni siquiera ve llegar el balón. Y la tercera en el minuto 58. German Valera recibe en la banda, conduce hacía dentro, hace una pared con Febas, vuelve a recibir el balón, todo ello ante la atenta mirada de Lázaro que estaba a un metro y no hace ni ademán de presionar, al contrario, lo que da origen al centro al área que supone el 0-1 de Salinas. Aquí, nuevamente Suárez, recrimina a su compañero la falta de intensidad, justo antes de que Rubi decida la sustitución.

El cambio llega en el 60, y al llegar al banquillo, tiene que ser Jaume Torras, segundo de Rubi, un utilero, y el propio Fernando Martínez los que intervienen para que Lázaro ocupe su sitio en el banco y zanjar el asunto. En la misma rueda de prensa al finalizar el partido, Rubi también dejaba claro que esas actitudes tienen que resolverlas internamente: “Son cosas que tenemos que solucionar de puertas para dentro, pero tenemos que evitar que nos vayamos dividiendo, ir perdiendo jugadores y sacando jugadores de la causa. Ahí nos equivocaremos todos”.

Pero esa última gota parece haber colmado el vaso de la paciencia de los seguidores rojiblancos, que no entienden como pudo jugar 80 minutos en Riazor cuando mostró la misma apatía que ayer. O incluso la reiteración en las alineaciones de Rubi desde su llegada. En ese sentido, el técnico catalán reconoció, aunque leyendo entre líneas, que su presencia en el campo se debe a la necesidad de incorporarlo a la rutina competitiva del grupo, así como ofrecerle confianza que es el aspecto más débil desde que regreso en enero.

El próximo sábado habrá una nueva cita liguera, en este caso en El Molinón, y la papeleta será para Rubi. Si quiere seguir trabajando la evolución de Lázaro Vinicius podría plantearse volver a ponerlo de salida, pero corre el riesgo de perder credibilidad entre la afición, pero quizás también en el vestuario. Aunque el de Vilassar ha mostrado una cara bastante sincera en sus comparecencias públicas, de puertas para dentro no ha perdido oportunidad de mostrar jerarquía y dotes de mando. Este será, quizás, el hueso más duro que le ha tocado roer esta temporada.